jueves, 21 de mayo de 2009

Presentación



No en nuestro nombre

1. Después del Ataque israelí a la franja de Gaza llamado “Plomo Fundido”, un grupo de personas que venían trabajando en otros frentes la problemática de lo que sucede en Israel/Palestina, decidió juntarse detrás de una identidad que esta atada, en más de un sentido, al conflicto, la judía.

2. Sin Embargo, este grupo que se formó no es confesional, si bien tiene una voz común. Y no es confesional en un doble sentido: recibe en su seno la participación de gente que no se identifica con el judaísmo y, por otro lado, no exige una posición homogénea de sus miembros respecto a todo detalle que se refiera a Palestina-Israel. Pero sí tiene una voz común, esa voz es la que se alza primero ante el crimen, e inmediatamente después ante la manipulación de la identidad judía para poder justificarlo.

3. El estado de Israel nos interpela a los judíos activa y pasivamente. El mito de Israel como madre patria judía exige, a través de la ideología que lo sustenta, el alineamiento de opinión de todos los sujetos que sienten como propia la identidad judía detrás de una política que no es posible evaluar, criticar ni rechazar.

4. Pero ¿En qué consiste este ser? ¿judío es un pueblo? ¿es una religión? ¿es una cultura? judaísmo es muchas cosas, y nosotros judíos argentinos queremos asumir la identidad del judío que somos como aquel que está forjado en la resistencia, la vivencia del horror y la negación a perecer ante él y su yugo; por eso conmemoramos hoy el levantamiento del Ghetto de Varsovia, la lucha por la libertad y la realización de la dignidad, la esperanza por hacer de este mundo uno mejor que revierta sus miserias.

5. Problematizar el sionismo, hacer una critica de él en nombre de la experiencia y la historia judía, y por judíos en un agrupamiento activo, en ningún caso puede ser calificado de antisemita, y ese es un particularismo muy privilegiado (hoy casi en ningún lugar puede siquiera criticarse al sionismo que es ideología del estado israelí sin ganarse el mote de antisemita). No somos autofóbicos, sino más bien decidimos asumir este particularismo entre otras muchas identidades que a cada uno de nosotros nos constituyen, el ser argentinos, etc., para accionar contra un crimen que en primer lugar masacra seres humanos y luego con su discurso ofende a todo aquel que se siente judío pero se horroriza a su vez ante lo que acontece en oriente próximo.

6. El mito de Israel como madre patria judía es el nudo que hay que desarmar. Israel vive de un capital simbólico que trafica, el del judío. Es su principal producto de intercambio, marca su balanza comercial y sus relaciones con las Naciones, y en ese capital simbólico se fundan toda su estrategia de exculpación y relaciones internacionales manipuladas. Mediante este artilugio persigue internacionalmente a través del lobby sionista todo cuestionamiento político e intelectual al sionismo como si fuera un acto anti-judío.

7. Por otro lado, en la noción de Israel como Madre Patria, o Estado judío, se plasma la premisa exclusivista y racista que tiene su concreción en el accionar del Estado de Israel.

8. Desarmar este mito en torno a la cuestión judía e Israel, que se asocia a la afirmación de la singularidad del horror y su beatificación en la inconmensurabilidad de Auswitch, es central para demoler los tabúes intelectuales en torno al conflicto, y así desacralizar un lenguaje que se quiere cuasi religioso, intocable, un discurso donde la prohibición de usar los términos racismo, apartheid, limpieza étnica y agresión de genero, si no quiere hablarse de genocidio, no hace más que restringir injustificadamente el lenguaje para anular la reflexión y la crítica.

9. El sionismo no nos dio un estado donde los judíos pudieramos vivir sin ser perseguidos y en paz con otras nacionalidades en una tierra con la que algunos se sentían unidos culturalmente. Entender el conflicto retrotrayendo su análisis hasta antes de la Nakba, y haciendo la critica del error criminal de la definición de Israel como estado judío, significa una reparación moral e histórica al pueblo palestino sin la cual toda resolución del conflicto será injusta. Situar en el crimen original del proyecto sionista, en su premisa exclusivista y su consiguiente accionar, la responsabilidad central del drama palestino, del drama de los refugiados, de la limpieza étnica y el origen la violencia en la región, constituye una obligación intelectual y política. Debemos hacer un juicio por la verdad porque es necesario que en el conflicto caiga toda insinuación a la teoría de los dos demonios. Un proceso para una paz sin verdad ni justicia es una contradicción, y fracasará.

10. Así, cuando Israel nos interpela como judíos no nos sentimos ajenos. Hoy, silenciosos, somos poleas de transmisión aceitadas de una política criminal. Ya las intimas rasgadas de vestiduras no son suficientes y se impone una acción que lleve este malestar que sentimos con nuestro ser judíos, con nuestro ser humanos y el estado de Israel, a la reflexión activa y al alzamiento de nuestra viva voz, al necesario movimiento y organización, de una comunidad judía cuya conciencia esta siendo violentada por Israel y su “dirigencia”. Queremos ser dignos de conmemorar la dignidad que nuestra cultura supo enarbolar.

11. Hoy Gaza es el ghetto sitiado que hermana a los palestinos de hoy y a los más dignos judíos de ayer en una resistencia común a la opresión, al hacinamiento y la deshumanización. La memoria de la Shoa, que se retuerce cada vez que se la utiliza para exculpar nuevos crímenes, debe sensibilizarnos ante la injusticia y jamás reconfortarnos ante lo “incomparablemente menor” de estos crímenes cotidianos comparados a los sufridos por los judíos del pasado.

12. Este espacio convoca a que al interior de la comunidad judía se genere un movimiento que sea disruptivo y revierta una conciencia y su respectivo accionar, que lastima una identidad que está siendo manipulada para aglutinar voluntades en pos de un apoyo a políticas criminales que no la representan. Estas reflexiones y las acciones que de ellas surjan son sin duda el mejor homenaje a lo mejor de nuestra tradición que hoy, como judíos, podemos realizar.